En la Semana Santa de Alicante se combina la sobriedad y el recogimiento con la policromía. Se puede observar la devoción de los alicantinos por Jesús de Nazareth cuya Pasión, Muerte y Resurrección se pueden contemplar a lo largo de 27 procesiones, con cerca de los 15.000 participantes y un total de 115 obras de arte reunidas en 55 conjuntos escultóricos.
Los historiadores dicen que allá por los siglos XVII - XVIII, cualquier manifestación festiva iba unida a un acontecimiento religioso. De ello, son testigo fiestas tan tradicionales para nosotros como puedan ser el Porrat de San Antón, los Moros y Cristianos, y nuestras queridas Fogueres de Sant Joan (Hogueras de San Juan). Todas ellas demuestran que el alicantino entremezcla momentos de ocio y esparcimiento con el sentido religioso.
HISTORIA DE LA SEMANA SANTA EN ALICANTE
Hablar de la Semana Santa Alicantina es comenzar en el año 1600. Este es el primer dato escrito que encontramos en las crónicas aunque, esto no significa que antes de esta fecha ya existiese. Basta recordar que la Santa Faz en 1489 ya une a la ciudad con algo tan vinculado a la Pasión de Cristo como pueda ser el Lienzo Verónico.
Volviendo al Alicante de 1600, cuenta ya con 5000 habitante que seguirá creciendo gracias a la actividad portuaria, al comercio internacional y al fenómeno migratorio. Es foco de atracción de mercaderes que buscan la bondad de su puerto, la suavidad fiscal y la facilidad de contratación.
En esa época Alicante veneraba a la Madre de Dios con el título del Remedio, existe un puerto en forma de media luna. Hay una gran actividad: numerosos bergantines y galeras cargan a nuestro alrededor trigo, cebada, higos, algarrobas, almendras, barrilla, esparto, frutas y agrios. Todos los productos de la rica huerta de secano, que rodea la ciudad.
Dentro del recinto amurallado por el Portal del Muelle, en la calle Labradores, por aquel entonces ya se encontraba una Cofradía. A la noche celebran la primera procesión de la Semana SAnta, vestidos con las túnicas azules, como el manto de la Virgen del Remedio, y las luces amarillentas de los hachones.